En la situación actual, alquilar una vivienda es sencillo, pero conseguir un inquilino solvente no lo es tanto.

¿Cual es la diferencia entre alquilar a un inquilino solvente y otro que no lo es? Fundamentalmente que las posibilidades de impago o daños se reducen inmensamente, así como la cantidad de daños o deudas que dejan. Para los amantes de las estadísticas, con uno solvente tendremos menos del 2,5% de posibilidades de que el inquilino deje de pagar o cause daños (Datos suministrados por las compañías de seguros), con uno que no es solvente este porcentaje es mayor que el 12%. ¿Porqué decimos que es mayor? Básicamente porque este porcentaje se basa en los datos de propietarios que denuncian el caso, pero hay una inmensa cantidad que no llegan a denunciarse, por lo que es muy posible que la tasa ronde el 20%. Es decir, que las garantías en el alquiler se reducen exponencialmente.

Cómo encontrar un inquilino solvente

Por tanto, realizar un buen estudio de nuestro inquilino antes de que entre al piso será fundamental para evitarnos futuros problemas. Por eso, damos algunas pautas para analizar si el inquilino tiene suficiente capacidad de pago para la vivienda.

Qué tener en cuenta para la solvencia del inquilino

  1. Porcenaje sobre sus ingresos: ¿Cuanto estás pidiendo por el alquiler de tu inmueble? La norma general dice que el inquilino no debe destinar más del 35% de sus ingresos a pagar el alquiler. Es por ello que recomendamos tener en cuenta el sueldo anual (Y también el pago anual de la renta) para contabilizar los casos en los que se tienen 12 o más pagas anuales.
  2. Bruto o neto: El sueldo a percibir lo contabilizaremos en neto, es decir, descontando retenciones e impuestos. Al fin y al cabo, es con el sueldo líquido (Lo que le llega al bolsillo) con lo que el inquilino hará frente a sus gastos diarios.
  3. Estabilidad: Analizar el tipo de contrato de trabajo, su antiguedad así como otros factores nos darán una idea de la estabilidad que tiene nuestro inquilino. Con esto nos aseguraremos de que en caso de perder su empleo tendrá un colchón con la prestación por desempleo. Este punto es el más complejo, ya que exiten trabajadores con una larga antiguedad en su puesto, pero que si su empresa ha hecho largos EREs (Expedientes de regulación de empleo) pueden haber agotado gran parte de su prestación por desempleo.
  4. Regularidad: ¿Cobra todos los meses lo mismo? La mejor forma de averiguarlo es solicitar varias nóminas, de este modo sabremos cual es su sueldo medio. Esto es especialmente importante en trabajadores autónomos o con un alto sueldo variable.
  5. Ingresos demostrables: Es bastante habitual oir que se cobran sueldos fuera de nómina. Evidentemente, estos ingresos no sirven, puesto que no son embargables en caso de que nos dejen a deber o causen daños. Ningún certificado de la empresa cambiará esta circunstanacia.
  6. Ahorros: En ocasiones el inquilino nos dice que dispone de una alta suma de dinero en el banco con la que hacer frente al alquiler. Nosotros somos partidarios de NO tenerlos en cuenta, ya que hoy podemos tener 30.000€ en el banco y mañana comprar un coche  y dejar la cuenta a cero.

Hay que tener claro que la seguridad de cobro nos la darán los ingresos regulares del inquilino, pedir varios meses de fianza o avales en la situación actual tan sólo conseguirá retrasar el alquiler varios meses (E incluso llegando a no alquilar), de hecho, la mayor parte de los seguros de alquiler trabajan de este modo. Es por ello que recurrir a profesionales realizando el estudio de solvencia es una buena opción cuando tengamos dudas sobre nuestro posible inquilino.

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